dimarts, 18 de setembre del 2007

Los peligros del submarinismo

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Fotos: Sergio Betancort.
Alex Morales, submarinista que requirió el servicio de la cámara hiperbárica

Alex es un joven lanzaroteño de 27 años que practica el submarinismo desde hace un año y medio, pero el primer fin de semana conoció de cerca sus peligros en el Charco del Palo. Al igual que a muchos amantes de este deporte, pero aquel día, tras ponerse la vestimenta adecuada se fue introduciendo en el mar hasta llegar a los 22 metros. A los 30 minutos de la inmersión comenzó a sentir dolor en el oído izquierdo y esta misma parte de la cabeza. Sus amigos intentaron tranquilizarle, para que pudiesen seguir explorando durante un rato más largo, pero la molestia se hizo insoportable, y finalmente, abandonaron la práctica. “Sentí miedo y posiblemente realicé el ascenso más rápido de lo que debía hacerlo” se lamenta el joven. Ni a él ni al resto de compañeros, todos titulados, les había ocurrido nunca nada igual, por lo que el más conocedor del deporte, que es instructor, le recomendó que se pusiese en contacto con José Antonio Olmos, coordinador de accidentes de buceo “porque cualquier bobería que sucede en el buceo, luego puede ser más grande de lo que aparenta”.

Sin embargo, Alex soportó la molestia pensando que sería transitoria, pero al día siguiente, al dolor de cabeza se sumó la falta de sensibilidad que percibió en la mano y en la cara. “Me asuste mucho” comenta y fue al hospital para que le tratasen. Allí, tras hacerle unas pruebas, le pusieron en contacto con José Antonio Olmos. Éste que además de coordinador de accidentes de buceo es el gerente de la empresa que se encarga del mantenimiento de la cámara hiperbárica, nada más saber que el muchacho tenía falta de sensibilidad en la mano, le recomendó recibir una sesión de terapia en la cámara, para evitar males mayores. Este aparato sirve para eliminar las burbujas que se crean en los tejidos y vasos sanguíneos si el submarinista no elimina el nitrógeno que acumula durante su inmersión, y en el caso de Alex, según cuenta el protagonista de la historia, “las burbujas se me pudieron hacer grandes , porque subí demasiado rápido al sentir el dolor de cabeza ”. Asimismo, José Antonio explica que posiblemente no realizó la parada necesaria para eliminar el nitrógeno, y que este motivo dio lugar a que percibiese falta de sensibilidad.

La sensación de estar dentro

El domingo por la tarde comenzó el tratamiento. A Alex le acompañaron un amigo y su novia a la instalación que está en el Hospital Insular . “La cámara te da respeto, pero todo fue bien”, afirma Alex. La sensación “es igual que si bucearas” comenta el joven. En su experiencia, no estuvo sólo. Dentro del aparato, le acompañaron dos médicos, primero uno y después el otro. Le colocaron la mascarilla, y fueron incrementando la presión poco a poco, antes habían comprobado en el ordenador de muñeca del joven, que había buceado a 22 metros de profundidad, y le sometieron a la misma presión que hay a esa profundidad. Mientras sentía un pitido en el oído, le preguntaban por gestos “si todo iba bien, porque allí no se oye nada”. Transcurridos los primeros 25 minutos, la presión fue descendiendo, hasta completar la sesión que duro un total de 50 minutos.

Cuando acabó, Alex se fue caminando a casa, habiendo recuperado la sensibilidad de la mano y de la cara y sin el dolor de cabeza que le incordiaba. “Al día siguiente me llamaron por si quería hacer otra sesión, pero me encontraba bien, y no la hice”. Un final feliz que Olmos dice que se repite en la mayoría de los pacientes que han tratado desde que el Cabildo compró la cámara, concretamente en 65 casos. Pero como en todo, aquí también hay excepciones y existe un caso de un submarinista de Fuerteventura que no se pudo recuperar completamente, porque tardaron 16 horas en trasladarlo.

Historia de la cámara hiperbárica

La instalación según José Antonio Olmos es actualmente “la cámara hiperbárica de referencia de Canarias” y se encuentra en el Hospital Insular. El Cabildo de Lanzarote adquirió el aparato que tiene espacio para seis personas en la cámara y para dos en la antecámara en el año 1996 y se la cedió a ASBULAN (Centros Turísticos de Buceo). A cambio estos se debían encargar además del mantenimiento del aparato de contratar al personal que ofrecía la asistencia sanitaria. Pero los mismos trabajadores le plantaron cara a ASBULAN en el año 2006. Denunciaron que existían peligros de seguridad porque el mantenimiento de la cámara se había abandonado y el aparato estuvo sin funcionar desde mayo hasta diciembre de 2006. Finalmente, en octubre de ese mismo año el Cabildo no renovó el contrato de cesión a ASBULAN y encargó a la empresa MEHILAN, formada por el personal que en su día contrató la asociación de buceo, que reparase la instalación. Actualmente, la cámara está operativa y ofrece un servicio de asistencia 24 horas para los posibles accidentes de buceo que lo requieran, salvando así la obligación legal que tienen los centros de disponer de acceso a un servicio de medicina hiperbárico. Asimismo, la instalación está a la espera de que el Cabildo convoque un concurso público para su uso y gestión.



1 comentaris:

Anònim ha dit...

Bueno, éste ha estado interesante. Porque menudos tostones has metido antes...;)

Eso sí, te lo estás currando a base de bien.